Tu presencia Hervidero de envidias
de una multitud frustrada,
tu piel la más preciada,
tu sonrisa la más buscada
aún cuando tus ojos
funden la noche con el día.
Y el clamor de la gente,
porque sólo eres mía.
Capricho del destino,
que al no poder con nuestro amor
quiso llevarte consigo.
Y si hoy sigo con vida
es por temor a perder mi único consuelo,
el amor, si yo muero.